De la enseñanza invisible y su importancia


Dibujo de Saint- Exupéry para El Principito

Lo esencial es invisible a los ojos es una de las frases célebres de El principito de Saint- Exupéry, esa lectura llena de sentencias filosóficas y enigmáticas que fácilmente nos pueden acompañar desde la niñez porque El principito posee  una magia peculiar, aquella que consiste, sin adaptación previa, en acomodar las palabras y su significado al entendimiento de quien lee, tenga cinco o noventa años. El curso pasado, en el colegio de primaria de mi hija pequeña se volcaron de tal manera en el Club de Lectura con  esa pequeña gran obra que llegué a pensar que cualquier fría mañana de primavera nos despertaríamos rodeados de baobabs. Como muchas de las actividades que se hacen en los colegios, de ésta apenas se muestra en las redes una estampa mínima de lo que supuso la experiencia para los niños y niñas que participaron en ella. Porque la mayor parte de la labor  realizada en la escuela permanece anonimada. Forma parte de un trabajo constante y callado ajeno a la incipiente moda de gurús de la enseñanza que un buen día dejaron las aulas para indicarnos el camino, cuando muchos ya llevábamos las botas rotas, desgastadas, remendadas, a veces llenas de piedritas que molestan al caminar, pero con el orgullo del montañero que sabe que el final de una ruta es el comienzo de otra y no quiere más horizonte que ver la luz en las montañas azules al atardecer. 
Porque lo esencial es invisible a los ojos de la misma manera que lo invisible es esencial a los ojos. 

No sé si se oirá bien pero les dejo el enlace a un rap inspirado en el episodio de Grisóstomo y Marcela, de El Quijote. Está compuesto por alumnos y alumnas de 1º de bachillerato. Es una de esas actividades invisibles que en algún lugar permanecerán, aunque solo sea en el recuerdo. 
Rap de Marcela

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